07 mayo 2010


"Dicen que enamorarse es un acto reflejo… como tener miedo. Yo fui una niña sin miedo: no me asustaban los fantasmas, ni los monstruos, ni la oscuridad. Podía mirar debajo de la cama segura de que no había esqueletos ni vampiros.
Y así, hasta hoy, segura de que puedo coger una magnum y avanzar por un callejón vaciando el cargador, porque no es eso lo que me da miedo. Lo que me aterra, es decir que sí a algo que no podré cambiar mañana, pensar en un sofá para toda la vida, en un crédito hipotecario, en una declaración conjunta o en un “esta tarde tenemos que hablar”, buscar colegios y niñeras y pensar en un lugar para vivir cuando ya no tengamos pulso para sostener la magnum.
Y de pronto todo ese terror se empieza a disfrutar como el looping de una montaña rusa, y entiendo que eso es la FELICIDAD."