07 septiembre 2010

[...]
Seré tu amigo, Bella —contestó en voz baja—. No voy a pedirte nada más.
Creo que es demasiado tarde para eso, Jake. ¿Cómo vamos a ser amigos cuando nos amamos el uno al otro de este modo? Miró al techo. Mantuvo la vista fija, como si estuviera leyendo algo en él. Quizá podamos mantener una amistad a cierta distancia. Apreté los dientes, alegre de que no me estuviera mirando a la cara mientras intentaba controlar los sollozos que amenazaban con superarme. Debía ser fuerte y no tenía ni idea de cómo hacerlo...
… No estoy dispuesto a dividirte en dos de nuevo, Bella. ¿Puedo decirte cuál es la peor parte? —preguntó, vacilante, al ver que yo no abría la boca—. ¿Te importa? Voy a ser bueno.
¿Va a servir de algo? —susurré.
Quizá, y no hará daño. En tal caso, ¿qué es lo peor? Lo peor de todo es saber que habría funcionado.
Que quizá habría funcionado. Suspiré.
No —meneó la cabeza—. Estoy hecho a tu medida, Bella. Lo nuestro habría funcionado sin esfuerzo, hubiera sido tan fácil como respirar. Yo era el sendero natural por el que habría discurrido tu vida... —miró al vacío durante unos instantes y esperó—. Si el mundo fuera como debiera, si no hubiera monstruos ni magia...
Entendía su punto de vista y sabía que tenía razón. Jacob y yo habríamos terminado juntos si el mundo fuera el lugar cuerdo que se suponía que debía ser. Habríamos sido felices. El era mi alma gemela en aquel mundo, y lo hubiera seguido siendo si no se hubiera visto ensombrecido por algo más fuerte, algo demasiado fuerte que jamás habría existido en un mundo racional…
… Él es como una droga para ti —Jake habló con voz pausada y amable, sin atisbo de crítica—. Ahora veo que no eres capaz de vivir sin él. Es demasiado tarde, pero yo hubiera sido más saludable para ti, nada de drogas, sino el aire, el sol.
Las comisuras de mis labios se alzaron cuando esbocé una media sonrisa. Acostumbraba a pensar en ti de ese modo, ya sabes, como el sol, MI propio sol. Tu luz compensaba sobradamente mis sombras.
El suspiró. Soy capaz de manejar las sombras, pero no de luchar contra un eclipse. Le toqué el rostro. Extendí la mano sobre su mejilla. Suspiró al sentir mi roce y cerró los ojos. Permaneció muy quieto. Durante un minuto pude escuchar el golpeteo lento y rítmico de su corazón.
Dime, ¿cuál es la peor parte para ti? —susurró.
Dudo que mencionarlo sea una buena idea.

Por favor.

Creo que no haría más que daño.

—Por favor.

¿Cómo podía negarle algo llegados a aquel extremo? —La peor parte... —vacilé, y dejé que las palabras brotaran en un torrente de verdad—. La peor parte es que lo vi todo, vi nuestras vidas, y las quise con desesperación, lo quise todo, Jake. Deseaba quedarme aquí y no moverme. Deseaba amarte y hacerte feliz, pero no puedo, y eso me está matando. Es como Sam y Emily, Jake, jamás tuve elección. Siempre supe que las cosas no iban a cambiar. Quizá sea por esa razón por lo que he luchado contra ti con tanto ahínco. Jacob parecía concentrado en seguir respirando con regularidad. —Sabía que no debía decírtelo. El sacudió la cabeza despacio.
—No, me alegra que lo hicieras. Gracias —me besó en la coronilla y suspiró—. Ahora, seré bueno. Alcé los ojos. Jake sonreía…
Sabes que te quiero.
Lo sé —musitó él mientras me sujetaba al instante por la cintura—.
Y tú sabes cuánto me gustaría que eso fuera suficiente.
Sí. Siempre estaré esperándote entre bastidores, Bella —me prometió mientras alegraba el tono de voz y aflojaba su abrazo.
Me alejé con una sorda y profunda sensación de pérdida, tuve la desgarradora certeza de que dejaba atrás una parte de mí, que se quedaba ahí, en la cama, a su lado—.
Siempre vas a tener un recambio si algún día lo quieres...]